ROCÍO CRUZ
—Si ese es el caso… —susurré temiendo que mis palabras lo irritaran—. No deberías intentar castigar a tu chofer por haberme salvado. Deberías de estar agradecido.
—¿Escuchaste eso, Ágata? —preguntó Lucien con entusiasmo falso—. Él es todo un héroe y yo juzgándolo mal, cuando a quien en verdad tengo que castigar es a cierta ratita entrometida que no ha aprendido a seguir órdenes.
»Porque una cosa es que te necesite para esto y otra muy diferente es que vaya a dejar que arruines mis planes por tu estupidez.
»Supongo que tu entrenamiento no está resultando como yo esperaba, pero no hay problema, yo me encargo de la clase de obediencia. —Prendió un cigarro nuevo antes de tomarme del rostro con mano firme.
Aunque me aferré a su brazo para escapar, su fuerza era suficiente para mantener el control sobre mi cara mientras acercaba su cigarro. No sabía si quería apagarlo en mi ojo, en la mejilla o en la frente, solo podía sentir su calor y el humo acariciando mi piel.
—Si me de