CAMILLE ASHFORD
Esa loción tan característica y varonil, a cuero, amaderada, fresca y con un toque de tabaco. Levanté la mirada y me encontré con esos hermosos ojos turquesa que derritieron mi corazón. Aunque mi cuerpo dolía no pude evitar sonreír.
—Lucien, estás aquí… —murmuré escéptica. No podía creerlo. Era como si hubiera aparecido por obra de magia—. En verdad eres real.
—Siempre estaré cuando me necesites —contestó dejando un suave beso en mi frente mientras me llevaba en sus brazos.
¿No es eso lo que una mujer necesita? Un hombre que siempre esté en las malas se merece estar en las buenas, ¿no?