CAMILLE ASHFORDSu aliento se apoderó de mi boca, sus labios se movían con desesperación sobre los míos y sus manos se aferraban a mi cuerpo como ganchos. Quería resistirme y gritar, sabía que eso era lo que tenía que hacer, pero… no lo hice. Quise luchar, sabía que era lo correcto, pero… me derretí entre sus brazos mientras las palabras de Damián resonaban en mi cabeza: Si cedes, no te lo quitarás de encima. Tal vez eso era lo que quería, sabía que Lucien era un cazador y quería que me persiguiera por el resto de mis días, aunque eso fuera una sentencia de muerte.Cuando el aire se acabó en mis pulmones, por fin tuvo piedad de mí y liberó mi boca sin despegar su frente de la mía. Mis ojos lloraban, porque estaba decepcionada de mí misma, porque… siempre me sentí orgullosa de ser una mujer fuerte y determinada, y ahí estaba condenándome por un sentimiento al que no podía dominar, por el contrario, me dominaba a mí. Un suave sollozo salió de mis labios y por fin Lucien abrió sus ojos
CAMILLE ASHFORDEntré presurosa a la oficina de Damián. Solo podía escuchar mi taconeo y ese pitido en mis oídos, producto del estrés. La imagen que encontré dentro era muy tierna. Los niños estaban tirados de panza sobre la elegante alfombra, usando los costosos bolígrafos para dibujar en hojas membretadas, mientras Andy y Damián hablaban muy cerca el uno del otro, viéndose con adoración y compartiendo sonrisas cargadas de complicidad y amor. Eso era lo que yo quería, una familia bonita, pero… ¿Lucien podía dármela? Esa voz que parecía ser mi conciencia me gritaba que no, que él no era el indicado, que solo volvería a sufrir a su lado, que no habría un final feliz. —¿Camille? —preguntó Damián al encontrarme paralizada en la entrada—. ¿Estás bien?De inmediato rodeó el escritorio y se acercó, pero se detuvo en cuanto notó la presencia oscura que acechaba detrás de mí. No pude evitar cerrar los ojos, como niña descubierta en mitad de una travesura, esperando el regaño.—Dime que no e
CAMILLE ASHFORDTodo el camino fuimos en silencio. Mi mirada no se apartaba de la ventana y mi mente estaba completamente en blanco. La decepción y el rechazo de Damián aún me corroía el alma. Ya comenzaba a extrañar a los mellizos y a Andy, y de pronto ese odio tan pequeño y casi inexistente que sentía hacia Lucien, empezó a cobrar forma.No me había dolido tanto sus humillaciones y sus dedos clavados en mi carne, como que me obligara a alejarme de mi familia. Estábamos haciendo las cosas por las buenas, pero en realidad eran por las malas, porque tenía miedo de lo que fuera hacer si me resistía.Cuando por fin llegamos a su mansión, me abrió la puerta de su auto y me ofreció su mano para poder bajar, pero simplemente lo ignoré y arrastré los pies de regreso a su hogar, no él mío, jamás podría serlo.
ANDY DAVIS—No puedes darle simplemente la espalda… —dije viendo con atención a Damián mientras caminaba de un lado para otro en la casa, sacando las cosas de Camille y poniéndolas en una maleta que tenía pensado enviar con Shawn a casa de Lucien.—Yo no le di la espalda, ella se la dio sola —contestó con molestia y por supuesto, frustración—. ¡¿Qué más necesita?! Aquí tiene todo, amor, techo, comida, no me importó que estuviera embarazada de ese tipo, acepté a ese niño incluso antes de que naciera, y aun así prefiere regresar a ese lugar.»¡Estuvo casi a punto de abortar estando con él! ¡¿Qué puta necesidad tiene de regresar ahí?!
ANDY DAVIS—Sí, ese era el plan, pero para mí buena suerte, se equivocaron y usaron el esperma de Damián. Lo que parecía un error, terminó siendo una bendición, porque así nada me ata a ti —respondí con furia, enfrentándolo, pese a que comenzaba a darme miedo. —Mientes… —susurró John mientras apretaba mi teléfono en su mano—. No pienso renunciar a ti ni a los niños tan fácil. —¡Largo de mi propiedad y de mi vida…! —exclamé furiosa, cuando por fin vi el auto de Damián estacionándose en la entrada. Pensé que todo se acabaría en cuanto John lo viera, pero por el contrario me tomó de la mano y me acercó a él, tomándome por sorpresa.—Tú eres la vida que dejé ir, lo que me hace falta, no me pidas que me dé por vencido, no cuando sé que yo te daré un mejor futuro a ti y a tus hijos —murmuró mientras sus ojos examinaban mi rostro con atención—. Aún te amo, Andy, y me lamento cada día por haberte perdido, pero te juro que te recuperaré. Intentó inclinarse sobre mí y besarme, pero Damián y
CAMILLE ASHFORDA la mañana siguiente descubrí que el otro lado de la cama seguía vacío. Me sentí inquieta, pues no era lo que esperaba. Pensé que Lucien no se apartaría de mí, que buscaría mi cariño de una manera más insistente. ¿Estaba usando psicología inversa? ¿Esperaba que su ausencia causara mella en mí? Con el corazón inquieto, decidí pasar largo tiempo en la tina, remojando mis dudas e incertidumbres hasta que el aroma a jazmín se impregnó en mi piel y mis dedos se arrugaron. Cuando salí del baño me encontré un hermoso vestido sobre la cama. Era de maternidad. La tela tenía un hermoso y elegante estampado floral y de nueva cuenta olía a suavizante para bebé. No pude evitar olfatearlo profundamente antes de soltarlo. De nuevo quería rebelarme, quería arrojar el vestido por la ventana y resistirme a sus detalles, pero no lo hice, no pude. Una vez que me lo puse, terminé ante el tocador, cepillando mis cabellos, acomodándolos detrás de mis hombros antes de pintar un poco mis la
CAMILLE ASHFORDImpulsada por el miedo, levanté mi mano, de manera casi automática estaba dispuesta a abofetearlo cuando él me tomó por la muñeca y me detuvo. Su mirada estaba cargada de paciencia y decepción. —Yo no le hice daño —contestó por fin soltándome—. Fue tu propio hermano. Me quedé aún con la mano arriba y los ojos bien abiertos. Mi estómago se hizo pequeño y una presión en el pecho comenzó a atormentarme. Retrocedí confundida y negando con la cabeza, eso no podía ser posible. —No, Damián es incapaz de lastimarla… ¡La adora! —exclamé indignada—. ¡Él no es como tú! Una vez más noté en el fondo de sus pupilas como mis palabras lo herían, pero no me detuve. —Lucien, no vuelvas a mentir de esa forma, no podrás hacer que vea a Damián como un monstruo. ¿Crees que él es capaz de lastimar a la mujer que ama como tú lo haces? Inhaló profundamente, conteniendo la calma mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. Ignorando mis acusaciones, sacó un abrigo del clóset y lo depositó c
CAMILLE ASHFORD—Sácalo todo… —agregó Lucien acercándose a un Damián cansado y arrepentido—. Golpéame hasta que ya no puedas más. Porque vienen cosas peores. La mirada de Damián se levantó, por fin encontrándose con los ojos de Lucien que parecían serenos pese a la golpiza que había recibido. —Es más fácil lidiar con un muerto que con un lisiado —susurró con tono frío pero determinado—. Golpeaste al dueño de la firma Carpentier. ¿Crees que te saldrá barato? Ahora tendrás que ser el doble de inteligente y a veces la rabia no nos deja pensar. Lucien dio un paso más hacia Damián, con los brazos abiertos, invitándolo a continuar con la barbarie. Rechinando los dientes y concentrando todo su odio, Damián volvió a golpearlo, esta vez en la boca del estómago. El impacto fue tan grande que pude ver el cuerpo de Lucien vibrar, pero no caer, así como el brazo de Damián temblaba por la fuerza que había imprimido. —No necesito consejos de un hijo de puta como tú —siseó mi hermano retrocedien