Capítulo 30. Que lástima pero me voy.
Ellen.
El cielo gris de Nueva York se extendía como una manta apagada sobre los edificios, cubriendo todo de un tono nostálgico y triste. Ellen caminaba con paso firme por la acera mojada, el abrigo ajustado sobre su vientre en crecimiento, sus labios apretados y su corazón latiendo con furia contenida. Había decidido llamarlo esa mañana. No por él, sino por ella. Necesitaba cerrar esa historia cara a cara, poner en palabras lo que se había repetido en su cabeza cientos de veces.
Eligieron una cafetería en el centro, en un punto neutro entre las oficinas de Derek y su nuevo departamento. Neutral. Práctico. Frío. Como necesitaba que fuera esa conversación. Mientras se acercaba al lugar, repitió para sí misma: No voy a llorar. No voy a dudar. No voy a cambiar mis planes.
Cuando lo vio a través de la ventana, su estómago se encogió. Derek ya estaba allí, mucho antes de la hora acordada. Jugaba con la taza vacía entre sus manos, con la mirada perdida, los hombros tensos, la pierna derech