Era absurdo. Me parecía demasiado absurdo que yo esté celosa de una mujer que solo quiere dañarme. Y más aún, es imposible que me sienta así, cuando no soy una chica insegura que va a estar pensando que soy menos o que ella puede quitarme el amor de Alessandro. Pensar eso de mí, era imposible.
— Reconócelo, nena. Reconoce que me amas tanto que sientes celos porque me acerque a otras mujeres. — dice Alessandro sonriente mientras con su dedo índice, da pequeños círculos en mi pierna.
— Bájate de esa nube, Alessandro. Porque si te caes, podrías matarte. — digo de inmediato.
Alessandro sonríe y se estira en mi cama, acostándose a mis pies, para después, colocar su codo en mi cama y su mano, en el costado de su cabeza, para así usar su brazo, como el soporte de su cabeza. Sonrío al ver cómo me observa complacido, mientras con su mano libre, acaricia mis piernas.
— Es tarde, ve a tu habitación.
— Mi lugar es contigo, a tu lado o… encima de ti, si lo prefieres. — susurra Alessandro con pica