La sorpresa y las lágrimas, poco a poco cesan, mientras Asher da saltos en la cama sin saber realmente a lo que nos referimos. Cuando las lágrimas de felicidad desaparecen, Alessandro me abraza emocionado, para después, darme besos por todo el rostro mientras me agradece.
— No lo hice sola. No necesitas ser tan agradecido, cuando tú también hiciste tu parte — murmuro sonriente y cuando estamos por besarnos, mientras nos decimos cuanto nos amamos con la mirada, Gabriela aparta a su hijo con brusquedad.— Debemos ir ya mismo al ginecólogo. Es importante saber que todo está bien. — dice Gabriela y de inmediato, la molestia de Alessandro por ser alejado de mí, desparece por sorpresa.— Es verdad, debemos ir ya mismo al ginecólogo. Necesitamos saber que todo está bien.— Es muy pronto.— Es mejor pronto que tarde. Vamos, el auto está listo y nos