Me pide que me acomode en el sofá mientras él lava los trastes.
—¿Quieres algo de postre? —Mis ojos viajan directo a su abdomen y luego a su mirada.
—Sí... qu-quiero fresas con crema—
Sonríe y se da la vuelta.
«A ti te quiero de postre», pienso.
En términos de aguantar, no estaba aguantando nada.
No sé en qué momento me volví tan adicta a sus caricias, pero definitivamente lo estaba.
Regresa y me entrega un bowl con fresas y crema antes de sentarse a mi lado.
—¿Pudiste trabajar en la propuesta?— pregunta.
—Sí, mañana termino—
Sonríe sin apartar su mirada de la mía.
—Eres mucho, Georgina... Perdón por no llegar antes—
Su atención y cariño me conmueven.
Un poco de crema se desliza por mis labios, y él no duda en pasar su pulgar para limpiarlos. Luego, lleva su dedo a su boca y lo saborea.
—¿No quieres?— pregunto, con el corazón latiendo fuerte.
—Solo si me das un poco con tu boca—
Llevo la cuchara a mis labios, y cuando se acerca, pienso que dudará... pero no lo hace. Lo