Veinticinco minutos antes...
Ignacio estaba contra la espada y la pared. Después de leer ese resultado sabía que ahora las cosas se le iban a complicar más y por esa razón había decidido esconder ese papel en la caja fuerte de su mansión.
—Malak... ¡Malak! ¿Será que puedes venir rápido a mi oficina?
Ella llegó rápidamente al lugar. Estaba más calmada. Pero todavía había evidencia de su reciente llanto por medio de sus pómulos. Ignacio le hizo señas para que se sentará y espero de manera paciente a que ella obedeciera.
—¿Qué sucede?— Malak hizo esa pregunta con nervios.
—Tengo que salir justo ahora. Necesito que te quedes callada y si preguntan por mí no digas qué estoy haciendo o para dónde estoy, ¿Te quedó claro?
—¿Vas a reunirte con las personas del castigo oscuro?
—Malak.— Él hizo mención de su nombre entre dientes, —Yo espero y aspiro que no se te vaya la lengua.
—Si quieres me encierro en el cuarto hasta que llegue.
—Tengo que ir a la casa de Verónica Berlín para revisar algunas