Cordelia
—Aún estamos a tiempo —murmuró mirando a Zeiren.
—Ni se te ocurra.
Kael asintió, aceptando mis palabras sin intentar defenderse.
—Estoy aquí para disculparme. —Se acercó un par de pasos, pero se detuvo cuando lo fulminé con la mirada—. No sabíamos quiénes eran. Solo supimos que alguien había entrado en nuestro territorio. Es mi deber protegerlo.
—¡Protegerlo! —espeté, alzando la voz mientras volvía a escurrir el trapo en el tarro de agua—. ¿Y protegerlo significa atacar a quien sea sin hacer preguntas?
Kael soltó un suspiro y se pasó una mano por el cabello oscuro, incómodo con mi reacción.
—Fue un error, lo admito. Pero ahora entiendo mejor lo que pasó. —Sus ojos bajaron un momento hacia Zeiren, que seguía inconsciente sobre la mesa—. Él es un nephelim, ¿verdad?
Mi mano se detuvo a mitad del movimiento.
—¿Un qué? —pregunté, frunciendo el ceño mientras me giraba para mirarlo de frente.
Kael alzó una ceja, sorprendido por mi ignorancia.
—No lo sabías —Su tono sugería más una a