Con sus habilidades, si el anciano hubiera trabajado en Yacuanagua, también habría sido una figura importante. La conversación se alargó hasta bien entrada la noche y ni siquiera tuvieron tiempo para almorzar.
Alrededor de las seis, Yael interrumpió: —¿Vamos a salir a cenar? Ya he reservado mesa.
Mariana miró la hora y, sintiéndose un poco avergonzada, sonrió a Hugo. —Profesor, mira lo que he hecho. Solo de charlar contigo, ¡me olvidé de comer!
—Es que conectamos bien —Hugo no era muy hablador en privado.
—Vamos, nosotros invitamos. Bienvenidos a Ciudad de Fantasía —Yael sonrió de manera cálida y amable.
Mariana no pudo evitar observar a Yael un poco más. Era bastante encantador y atractivo.
Mientras se preparaban para salir, el teléfono de Mariana sonó.
Walter: [¿Dónde estás?]
Walter: [Es Navidad hoy. No te molesté durante el día, ¿tienes tiempo para celebrar esta noche?]
Mariana levantó una ceja y respondió el mensaje: [Estoy de viaje por trabajo.]
Walter: [¿Estás de viaje?]
Mariana: