DIMITRI
—Lo siento, lo siento, pero juro que no sabía lo que iban a… —Corto sus palabras agarrando la aguja y sujetando su cabeza con una presa de hierro.
Las lágrimas caen de sus ojos mientras forcejea en la silla, sus brazos y piernas atados con alambre de púas, tal como hicieron con mi chica.
—Shhh, no te muevas o puedo arruinar esto —le espeto, mientras empiezo a pasar el hilo por sus labios.
Se mueve y grita, pero cuando me aparto, no se ve tan mal. Puntadas parejas, no muy separadas, y su boca queda efectivamente cosida. Sus ojos se abren desorbitados, la sangre chorreando por su barbilla mientras yo me subo a su escritorio y balanceo las piernas.
Salvatore está destruyendo los negocios de la Triada, y yo estoy limpiando nuestra querida ciudad. Cualquiera que haya querido enfrentarse a nosotros, que haya trabajado con la Triada o hecho amenazas, muere. No podemos arriesgarnos a que uno de ellos tenga ideas y venga a por Colina. No otra vez.
—Eran tus hijos, lo sabías —me burlo.