Capítulo 61.
Las ganas, el desespero y la excitación tomaron el control entre las dos personas que estaban en la habitación del mafioso. Harper había sido sostenida por él en cuánto cruzaron la puerta del dormitorio, con unas manos nada delicadas al deshacerse de lo que llevaba encima.
Estaba a punto de amanecer y ella no podía pensar en nada más que en la salvaje estocada que la llenó por completo. Sus manos estaban en su espalda, sus piernas tenían poca estabilidad, sus caderas se estrellaron contra el mafioso, al mismo tiempo, su cabello era sostenido para mantenerla de pié contra la pared y la pelvis de Mateo golpeándola.
Su rostro tenía una leve capa de sudor, mientras su respiración errática le impedía escuchar otra cosa. El mafioso la pegó a su pecho, dejando que las sacudidas de su miembro llenaran el interior de la pelirroja entre sus manos.
Abandonó su interior, viendo las gotas que se deslizaban en las piernas que lo hicieron pasar saliva. Verlas tan temblorosas y bañadas de él, le