El portugués, recargado y con la furia de un animal que entendía por primera vez que sí había quienes podían hacerle frente, se plantó con la FN Minimi entre las manos. La colocó sobre el capó del vehículo como si fuese un altar de guerra que sería su salida. Mientras aseguraba el arma con golpes precisos, sus ojos no parpadeaban, ordenando a su acompañante que se quedara abajo.—Sabes lo que tienes en juego, maldit0 idiota. Así que es mejor que tu trabajo sea impecable— susurró con voz baja, en tanto tiraba del mecanismo del arma. El tono era glacial, desapegado, como si estuviera dando una instrucción a un animal, no a un hombre. Porque eso eran para él, simples animales tontos que no podían tener una falla. El sujeto a su lado, tembloroso y con el terror de lo que tenían, entendió perfectamente lo que se esperaba de él. Abrió el maletín con manos temblorosas, como un niño recibiendo la orden de cometer su primer crimen. Pasó saliva y su actuación cobró fuerza, hasta verse como una
El aire se llenó de un aroma acre, la presión se disparó y un rugido animal lo cubrió cuando Valente se lanzó hacia Mateo en respuesta. Su cuerpo había sido impulsado por pura adrenalina y odio desmedido, además de la finalidad de salir con vida, contrario a los otros. No había estrategia, no había cálculo, sólo el instinto primitivo y una furia descontrolada que comandaba el deseo por romper los huesos del otro. Mateo, cual máquina de guerra, recibió el impacto de Valente como si fuera una pared de acero. Ambos cuerpos chocaron con tal fuerza que el suelo bajo ellos crujió al estrellarse de esa manera, el polvo se levantó y los fragmentos de escombros salieron disparados en todas las direcciones.Valente tenía los ojos inyectados de sangre y una sonrisa que bordeaba la locura, la cuál no poseía más que una letal objetividad, misma con la que lanzó un puñetazo directo al rostro del mafioso. El golpe conectó con una furia brutal, un impacto rotundo que habría destrozado la mandíbula d
Valente había jugado bien sus cartas. Había hecho favores, había sabido a quién salvar y a quién cobrarle caro la ayuda. Tenía cazadores desperdigados, asesinos que le debían silencios, y algunas deudas que aún podía cobrar si las cosas se torcían. Pero lo suyo era una red frágil, tejida con hilos de conveniencia. Ninguno moriría por él.Mateo, en cambio, tenía la lealtad de los Demons, un grupo de casi treinta guerreros entrenados no solo para matar, sino para desaparecer tras hacerlo. Cada uno valía por diez hombres comunes. No eran mercenarios, ni soldados, ni bestias sin control. Eran una élite nacida del caos, moldeada por el dolor y entrenada bajo un código que solo los Crown conocían por completo. No se le obedecía por miedo, sino por respeto. No se le seguía por dinero, sino por convicción.Su lenguaje era la guerra. Cada uno de ellos hubiera matado por el otro. Y todos habrían incendiado una ciudad entera si Mateo lo ordenaba.Ninguno usaba emblemas. Sus cicatrices eran el un
Siendo las 3:24 p.m, la situación no pintaba nada bien, pues habían sido avisados sobre la presencia de la croata en ese territorio y sí las leyendas sobre ellas eran verdad, lo mejor era tomar medidas. Zorina Smirak era llamada de muchas formas, pero lo que sí sabían era su gusto por el filo. Nadie la quería cerca, no con un ejército de tantos hombres acompañándola.—Un grupo de hombres se acercan por la Ruta Szarych Szeregów— informó Krysia sin levantar la mirada del teléfono, mientras otra línea zumbaba con interferencia. —No tenemos más de cinco minutos. Tal vez menos. Nos adelantamos o nos adelantamos, es la única forma de salir de aquí. La casa estaba en silencio, pero no el silencio normal de una tarde con cielos avisando sobre una tormenta, sino ese espeso y denso que avisaba que algo estaba a punto de romperse. Krysia se devolvió desde la ventana con pasos grandes, mientras se sacaba la pistola de la espalda y avanzaba por las escaleras que subía de dos en dos. Ajustó el au
Minutos antes....Como un sujeto acostumbrado a las malas miradas, a los caminos llenos de explosivos y una vida de mierd@ capaz de hacerte perder más que sólo la vida, Mateo Crown descendió del helicóptero, pisando la superficie del yate que esperaba por ellos. Su abuelo lo recibió de la misma manera que lo hizo antes su padre. Verlo con vida les daba alivio, no era fácil pensar en repetir el pasado, no con ninguno de ellos. El helipuerto acondicionado para recibirlos estaba con la seguridad de no ser encontrados en ese lugar, mientras podían ver todo el caos que dejaban atrás. El mafioso observó a su alrededor, miró sus nudillos reventados y apretó los puños. Otra jugarreta pendeja de parte de un tipo que no pensaba en otra cosa que no fuera joderle la existencia. Ni cazandolo con todo su arsenal había podido volver a ponerle una cadena al cuello y si eso no le quitaba peso de encima era porque no tenía a la maldit@ rata portuguesa y no sabía nada de…Harper. Helena soltó el aire
—Me dicen que Alaric tiene una herida vamos a igualar el juego, hay órdenes de que el mismo trato que le diste a mi familia, la va a recibir ella —Harper con un tono suave pero peligroso, dejó que escuchara el sonido de teclas al otro lado y selló la amenaza. Marek obedeció sabiendo que por culpa de los Bohemond Beagle había muerto, mientras Harper tenía en mente a Ken, quién había logrado darle herramientas para no estar en desventaja frente a ellos. Los disparos no tardaron en escucharse . La transmisión llegó a Zorina como una bofetada de realidad. Su mandíbula se tensó con ese rugido de su estómago repleto de desprecio. Odiaba admitirlo… pero su hija había sido tan estúpidamente fácil de ubicar que ya habían dado con ella. —¿Hacemos sesión de fotos? Zorina giró lentamente. El punto rojo brillaba como una joya en su frente. La furia se acumuló en sus ojos, pero no había escape. —¿Esto es lo que eres? —escupió entre dientes— ¿Una niña rica con juguetes nuevos? Un arma n
La pala se hundió en la tierra por última vez, mientras la mandíbula apretada del albanés dejaba clara su postura en esa ocasión. Darek dejó caer el último puñado sobre el túmulo que se alzaba entre los árboles, dejando poco a la imaginación de lo que allí había. Las sombras alargadas de algunos arbustos cubrían los rostros de los hombres que lo miraban en silencio, como si incluso respirar en su presencia fuera imprudente. No quiso ayuda, tal intención de descargar su furia de alguna manera. Darek soltó la pala luego de aplastar la tierra. La zona estaba cubierta por árboles enormes que no muchos sabían lo que entre sus raíces ocultaban. Pero nadie se había atrevido a preguntar. Con el rostro salpicado de sangre seca y tierra, se agachó con una acción rápida. Sus músculos se tensaron al recoger la camisa arrugada del suelo. En lugar de ponérsela, la usó para limpiar la tierra pegada a su pecho. El movimiento fue rápido, rebosaba su furia contenida, la cuál no alcanzaba a aplacar.
Si la falta de noticias sobre Noelle y Alaric ya le dejaban un sinsabor espeso en la boca, que Delphine tampoco contestara el teléfono encendía en Harper un tipo de frustración que no sabía cómo contener sin volverse imprudente. Debía confiar en Krysia, ella le había comprobado que podía cumplir su palabra. Aunque no era fácil limitarse a sólo indicaciones de médicos. Debía estar en reposo. Las heridas aún eran recientes y aún con la cura rápida, debía tener mucha precaución y darle el debido tiempo al proceso. Cosa que no había hecho. Aunque ahora prácticamente la obligaban a mantenerse quieta, si no quería enfrentar consecuencias irreversibles. Pero quedarse de brazos cruzados nunca fue su fuerte. Horus dormía tranquilo sobre la alfombra, ajeno al torbellino emocional que atravesaba su dueña, mientras ella se quitaba las sábanas, aburrida de tanta quietud. Tenía que saber que Delphine estaba bien, pero el número que le dieron no era contestado y no sabía si corría peligro ella o