Capítulo 133.
Mateo abrió la puerta con una fuerza que hizo crujir las bisagras, sus ojos recorriendo la escena como un depredador en busca de su presa.
Ken, arrastrándose con las últimas fuerzas que le quedaban, llevaba a Noelle fuera de esa habitación. Franzua cargaba a una rubia, su rostro tenso y pálido, mientras Beagle permanecía inmóvil, inconsciente. Pero Harper no estaba allí. Lo sacó de ese lugar exigiendo saberlo, pero el Demon no podía contestar tal cosa al estar sin conocimiento.
—¿Dónde está? —preguntó, su voz cortante, casi mecánica, como si no pudiera permitirse el lujo de sonar calmado.
—Valente se la llevó —respondió Franzua, su atención dividida entre la reanimación de la rubia y su amiga que necesitaba de ayuda.
En ese instante, algo dentro de Mateo se rompió. No era un grito ni una explosión de rabia; era un silencio abrumador que lo envolvió, como si el mundo entero hubiera dejado de girar para él. Su sangre pareció detenerse, su corazón frenó hasta que el oxígeno le faltó