Salimos del hotel y me sorprende la variedad y lo afectuosos que son los humanos de aquí, incluso, me tratan como si estuvieran con algún conocido. Nos muestran cosas bonitas, también cerámicas y collares que aunque no son de oro, tienen una historia que la hace ver especial.
Aunque aplaudo y doy saltos de alegría para hacer feliz a Lucifer, él solo está atento a que no me golpee, no me agite demasiado o básicamente no me divierta como quiero porque podría agotarme.— Ten cuidado, tu corazón…— Mi corazón se encuentra bien, enfermero personal. Después de todo, te tengo a ti para que me digas todos los riesgos que correría por estar saltando o simplemente divirtiéndome. — digo sonriendo.— No quiero correr peligrosos innecesarios contigo, ni mucho menos asustarme como sucedió ayer. Así que, debo cuidarte porque parece que n