Quiero romperle el cuello, pero, mi esposa necesita más que su maldita madre muerta. Ella merece que la maldita que la trajo al mundo a sufrir, se arrodille e implore por el perdón que aún no merece.
— ¿Vas a seguir negándolo? Eres mi madre, pero, ¿no crees que es justo que así como le dijiste a todo lo que le hicieron a tu hija para que la matarán en la competencia, yo mande estas pruebas a tus amistades, esas que se sienten afortunadas de tenerte como amiga?
— ¡Que no se te ocurra, Angela…! ¡Angelica!
Un grave error en un momento tan critico es algo bastante fatal y eso ella lo sabe, por eso, cubre su boca aturdida mientras su temblor se hace más grande.
— Oh, ahora incluso nos confundes. Ten cuidado con eso, quizás por no reconocer quien es quien le pidas a mi padre que abuse de mí y me mate como lo hiciste con mi hermana mayor. — dice Angelica impactando con mucho dolor a su propia madre.
— No, jamás te haría algo tan terrible. Eres mi hija. — dice ella intentando acercarse a ella