La fortaleza Vorlak parecía respirar con ellos. Cada paso de Ciel, Ian y Jordan resonaba sobre los suelos de piedra, pero también parecía activar ecos invisibles, como si las paredes mismas observaran y evaluaran cada movimiento. La primera prueba del linaje antiguo había sido superada, pero la sensación de que algo aún más peligroso se acercaba no los abandonaba.
—El Observador era solo un fragmento —dijo Ciel, su voz firme pero tensa—. Esto es otra cosa… más antiguo, más inteligente.
Ian frunció el ceño, su mirada escudriñando los corredores oscuros:
—Entonces debemos estar preparados para todo: ilusiones, trampas físicas, manipulaciones mentales. Esta prueba no nos va a dar tregua.
Jordan abrió la puerta de hierro que daba al corazón de la biblioteca prohibida, un corredor que descendía hacia catacumbas antiguas. La temperatura cayó bruscamente y el aire se volvió denso, cargado de un aroma a sangre y polvo ancestral. Cada paso parecía despertar los ecos del linaje.
—La segunda pru