La fortaleza Vorlak estaba envuelta en un silencio tenso. Las velas de los pasillos temblaban con una brisa inexplicable, y el aire olía a siglos de historia y sangre ancestral. Ciel, Ian y Jordan caminaban hacia el ala más antigua de la fortaleza, donde se decía que los portadores originales habían dejado sus pruebas finales.
—Ciel, recuerda —dijo Ian, su voz grave—. Esto no será como la sombra ni como el Observador. Cada prueba está diseñada para romper la mente y el cuerpo de los híbridos, y evaluar tu capacidad para liderar.
—Lo sé —respondió ella, su mirada fija en la puerta de hierro que los separaba del ala prohibida—. Pero esta vez no estoy sola. Ustedes me complementan. Mi parte humana ve lo que ellos no ven, y ustedes aportan la fuerza y la experiencia vampírica. Unidos, nadie puede superarnos.
Jordan sonrió, dejando que su aura vampírica llenara el pasillo de energía intensa:
—Entonces que comience el desafío.
Al cruzar la puerta, la temperatura descendió abruptamente. Una