Capítulo 42.

Nunca pensé que salir del hospital me fuera a provocar tantas emociones encontradas. Por una parte, me sentía feliz. Necesitaba salir de aquella prisión que, aunque no lo fuera, yo la sentía así. Estaba cansada de las visitas del médico, de las enfermeras y de tanta atención. Necesitaba volver a casa y pasar totalmente desapercibida, pero ahí estaba el problema: sentía que volver me traería más de un dolor de cabeza.

Durante mi estancia, Calen había estado ahí; por un momento llegué a pensar que se trataba de mi propia sombra. No se había perdido ni una sola revisión, ni una toma de temperatura. Se había asegurado de que comiera y de que durmiera lo necesario, incluso de que no me sintiera sola.

Se mostraba tan atento, tan dulce y ¡tan raro! ¿Por qué, si esto era raro, era como si me quisiera, como si de verdad le importara? Y eso me estaba volviendo loca, ya no sabía qué pensar.

Calen no hacía nada sin un motivo, no daba nada sin obtener nada a cambio.

Y, sin embarg