Capítulo 36 - Una caricia en tiempos de guerra.

Pov Hugo:

No recuerdo la última vez que tuve una patrulla tranquila. Cada vez que doy una vuelta por los muros del castillo, siento que los ojos de Henry están escondidos en cada sombra, esperando a que baje la guardia. Aún me arde la traición de Marco. Por más que me repita que era inevitable, que cualquiera puede engañarnos, no puedo dejar de pensar que lo permití. Él estaba a mi lado, y yo no lo vi. Eso es culpa mía.

Llevaba dos horas caminando por los pasillos exteriores, revisando a los guardias, escuchando informes cortos y secos: “todo en orden, señor”, “cambio de turno, señor”, “no hay novedades, señor”. Palabras vacías que no me dan paz. Porque la paz ya no existe para nosotros.

Cuando llegué al extremo norte de la muralla, encontré a Luz apoyada contra la piedra, con los brazos cruzados. Como siempre, parecía que podía estar ahí toda la noche sin cansarse. Nunca se queja, nunca pide nada. Es como si fuera de hierro.

—Ya d