Capitulo 33.
Capítulo 33.
Cuando Grettel y Alexander se fueron, sentí que el aire en el comedor se volvía más denso, me costaba respirar. Era como si, al cerrar la puerta, también se hubiera cerrado la posibilidad de escapar de lo que venía después. Parecía tonta dedicándole a Calen aquella mirada de agradecimiento.
Calen estaba tenso, lo podía ver en su postura y en su semblante. Durante años había aprendido a fijarme en sus pequeños gestos para saber cómo se sentía.
En ese momento, lo mejor habría sido marcharme, pero no lo hice. Decidí quedarme y sacar a la luz la poca dignidad que aún me quedaba.
—Gracias —dije, obligando a mi voz a sonar firme, aunque por dentro me temblaba todo—. Por protegerme y consolarme.
Calen entrecerró los ojos, como si no entendiera por qué estaba agradeciéndole algo tan simple. Frunció el ceño de inmediato y respondió con ese tono tan suyo, tan directo, tan carente de cualquier emoción:
—Yo no te consolé, Every. Solo dije la verdad. En nuestra raza, ni los crim