Montserrat abrió la puerta y se quedó completamente sorprendida al ver parada frente a ella a la mujer que había asistido al funeral de su padre, la misma que le había revelado que era su verdadera madre, ahora había aparecido de nuevo como una sombra inquietante de un pasado que ella desconocía.
—¿Usted otra vez? ¿Pero qué hace aquí en mi casa? ¿Cómo supo que yo estaba aquí? —preguntó Montserrat, su rostro reflejaba una mezcla de asombro y desconfianza, no sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones y el por qué en el funeral, le había dicho que era su madre.
Mónica, con una expresión seria pero vulnerable, dio un paso adelante, sintiendo la necesidad de quitarse un peso que llevaba acuestas durante mucho tiempo. Y había llegado el momento de enfrentarlo.
—Disculpa que haya venido sin avisar, pero necesito que hablemos. Dijo con la voz temblorosa.— Traté de contactarte después del funeral de tu padre, pero me fue imposible. No supe más de ti después de eso —decía con dificultad,