El licenciado Burgos, tras pronunciar las últimas palabras del testamento, concluyó con un suspiro, mirando a todos los presentes. El ambiente en el despacho era pesado, cargado de sentimientos encontrados.—Y así concluye la lectura del testamento de Armando Ripoll —dijo, con su voz fuerte y clara en medio del silencio—. Les pido que recuerden que cada cláusula debe cumplirse sin demora. Las decisiones que tomó el señor Armando Ripoll fueron con un propósito muy claro: asegurar el futuro de la familia. Por lo tanto, les sugiero que cumplan con su voluntad a cabalidad.Un silencio incómodo se apoderó del despacho. Greta, incapaz de contener su frustración, se levantó de su asiento con una actitud desafiante, decidida a hacer cualquier cosa por impugnar el testamento.—¡Esto no puede estar pasando! —gritó, con su voz temblando de indignación—. No voy a aceptar esto sin luchar por lo que es mío. Ese testamento es un error, lo voy a mandar a invalidar. Soy su viuda y, como tal, debo ser
Grecia sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Las risas y conversaciones de los clientes se convirtieron en un eco distante, y todo lo que podía escuchar en ese momento era el latido acelerado de su corazón. La imagen de Luis Fernando, vestido de gala y sonriendo junto a Laura, anunciando su boda, se instaló en su mente, y una mezcla de emociones la invadió. La traición, el dolor y la impotencia se entrelazaron en su pecho, y sintió que las lágrimas estaban a punto de brotar.—Grecia, ¿estás bien? —preguntó Guillermo, preocupado, notando su palidez y la forma en que su mano temblaba al sostener el celular.Ella intentó sonreír, pero el gesto fue más una expresión de angustia que de alegría.—Solo… solo estoy un poco cansada —respondió, tratando de desviar la conversación.Guillermo, inquieto, se acercó un poco más, buscando en sus ojos la verdad que sabía que ocultaba.—¿Qué fue lo que viste en el celular que te alteró tanto? —insistió, con un tono suave pero firme, no que
Mientras tanto, en la mansión de los Ripoll…Greta estaba sumida en su silencio y frustración, sentada en un lujoso sofá mientras observaba todo lo que la rodeaba. Se mostraba renuente a aceptar la última voluntad de Armando; estaba furiosa y sentía impotencia al darse cuenta de que todo lo había hecho premeditadamente para causarle dolor y despojarla de todo.—Esta casa es mía. Todo esto lo construí gracias a mi ingenio. No voy a permitir que Armando me destruya, aún después de muerto —pensó con determinación.Pablo, que la había estado observando desde hacía unos minutos, se acercó a ella, aprovechando que por fin no había nadie más en la mansión.—¿Puedo acompañarte? —le dijo con una mirada insinuante.—Quiero estar sola, así que puedes desaparecer. O mejor aún, puedes largarte en este preciso momento. Como te habrás dado cuenta, Armando se encargó de despojarme de todo. Si esa era la razón por la cual regresaste a mi vida, ya te puedes dar cuenta de que no puedes sacar nada de din
Guillermo comenzaba a excitarse cada vez más, apretándola contra su cuerpo, sintiendo su aroma y la suavidad de su piel. La deseaba con locura, estaba a punto de despojarla del camisón cuando, de repente, Grecia retiró su mano de forma violenta y se volteó, diciéndole:—No, Guillermo, hoy no quiero.La reacción de Guillermo fue como si un balde de agua fría cayera sobre él. Se quedó paralizado, frustrado y abrumado por la confusión. Sentía un nudo en el pecho, mientras su corazón latía con fuerza, pero no por deseo, sino por desprecio. La decepción lo envolvió, y una mezcla de impotencia y tristeza lo invadió.—¿Pero qué pasa, Grecia? Creí que después de fijar la fecha de nuestra boda, querrías estar conmigo para celebrar—le dijo, sorprendido y con la voz entrecortada.Grecia permanecía en silencio, buscando las palabras adecuadas para justificar su apatía. En el fondo, se sentía afectada por la inminente boda de Luis Fernando. A pesar de la atracción que sentía por Guillermo, no podí
Al día siguiente…La luz del sol se filtró a través de la ventana y despertó a Grecia. No había conciliado el sueño en toda la noche y, finalmente, se había quedado dormida casi al amanecer.Al girarse en la cama, se dio cuenta de que Guillermo no estaba allí. Se preguntó si se había levantado muy temprano o si, en realidad, no había pasado la noche con ella. “Dios mío”, pensó, “no sé por qué siento esta confusión en mi corazón.” La reciente noticia de la boda de Luis Fernando la había dejado desconcertada. “No estoy segura de querer casarme con Guillermo. ¿Qué hago, Dios mío? ¿Qué hago?”Grecia estaba completamente contrariada; nunca imaginó que enterarse de la boda de Luis Fernando le generaría tanta confusión.En ese momento, la puerta se abrió y entró Guillermo, vestido con pijama y descalzo.—Guillermo, pensé que habías salido muy temprano. ¿Dónde estabas? —preguntó Grecia, con un tono de sorpresa.Guillermo suspiró, tratando de contener la molestia que le había causado el rechaz
Guillermo se vistió y salió de la habitación, dejando a Grecia destrozada por dentro. Se sentía culpable por el dolor que le estaba causando, pero el amor que sentía por Luis Fernando, era mucho más fuerte que ella y no podía hacer otra cosa que poner límites a su relación, a pesar de estar consciente de que no podía regresar con él. Guillermo por su parte estaba devastado, pero su carácter fuerte y decidido, lo hicieron actuar con firmeza, también tenia su orgullo, y en ese momento algo muy grande había cambiado dentro de él. Sabía que a partir de ese momento, ya no podía ver a Grecia de la misma forma por más que la amara. Su expresión se endureció, la amargura que lo había acompañado por años había regresado. Horas después…Grecia había decidido permanecer en la habitación. No quería ver a nadie; se sentía muy deprimida y ni siquiera había bajado a desayunar. No paraba de llorar, estaba realmente como al principio cuando llegó accidentalmente al restaurante completamente quebrad
Las dos bodasHabía llegado el gran día. Todo estaba listo en el salón donde se llevaría a cabo la boda de Luis Fernando y Laura. Era uno de los eventos más esperados por la élite neoyorquina, y había sido preparado bajo la estricta supervisión de Greta y Laura, todo lo habían planificado desde el mismo momento en que destruyeron el matrimonio de Grecia y Luis Fernando.Greta quería que fuera la boda del año y se había encargado de que estuviera presente toda la prensa importante de Nueva York. El lugar elegido fue el icónico Hotel Plaza. La ceremonia se llevaría a cabo en uno de los elegantes salones, decorado especialmente para la ocasión, con candelabros de cristal que colgaban del techo. El ambiente estaba impregnado de un aire de sofisticación que lo hacía único. Las mesas estaban vestidas con manteles de seda blanca, adornadas con centros de flores naturales en tonos pastel que contrastaban con la opulencia del lugar. Los invitados vestían sus mejores galas, y en el ambiente se
El juez civil había llegado al lujoso salón. Laura no cabía de la alegría; contaba los segundos para que la ceremonia se llevara a cabo, antes de que ocurriera algo que hiciera a Luis Fernando arrepentirse. Lo notaba muy callado y, además, había estado bebiendo más de la cuenta.Todos los invitados ocuparon sus lugares. La prensa estaba muy atenta a todo lo que pudiera pasar, y los fotógrafos se aglomeraron para poder captar el mejor ángulo de los contrayentes.Greta sonreía, satisfecha de haber logrado sus planes. Luis Fernando tenía una mirada como si estuviera ausente. “Dios mío, no sé por qué la vida me está haciendo esto”, pensaba, intentando mantener una sonrisa forzada.El juez civil, sin más preámbulo, comenzó con la ceremonia:—Amigos y familiares: Nos reunimos hoy en este hermoso lugar para celebrar el amor y la unión de Laura Villaseñor De la Fuente y Luis Fernando Ripoll García. Este es un momento especial, no solo para ellos, sino también para todos nosotros, quienes hemo