Laura estaba nerviosa; todo le estaba saliendo a pedir de boca hasta que supo que Armando había despertado.
—¿Qué pasa, Laura? ¿Hablaste con Luis Fernando? —le preguntó Greta, sin imaginar todo lo que había pasado.
—Greta, debes venir a la clínica urgente. Tu marido acaba de despertar y pidió hablar con mi Luis Fer.
Greta, que estaba tomando un baño de espumas, se levantó de forma abrupta, abismada.
—¿Qué has dicho? ¿Pero estás segura de eso? ¿No será que entendiste mal?
—No, el doctor se lo dijo en mi presencia a Luis Fer. Y él subió a verlo. ¿Te das cuenta? Si mi suegrito abre la boca y le cuenta toda la verdad, estamos perdidas.
—Ya cálmate, Laura. Debes controlarte. Salgo inmediatamente para allá, pero en lo que llego, haz algo: sube a terapia intensiva, inventa cualquier excusa para evitar que Luis Fernando vea a Armando.
—Está bien, pero date prisa. Hay algo más que tienes que saber, pero te lo diré cuando llegues aquí.
Laura colgó la llamada y subió de prisa a la sala de cuidad