—Pido la palabra su señoría. —dijo Burgos levantando la mano.
—Concedida. —respondió el juez con seriedad.
—Disculpe, su señoría, pero el señor Lombardo está ofreciendo un testimonio que se desvía del contexto, presentándolo de una manera que solo perjudica a mi cliente.
El juez, manteniendo su compostura, miró a Burgos con firmeza y con una expresión de dureza que intimidaba.
—Objeción denegada, abogado Burgos. Continuemos con la audiencia.
Guillermo sintió una mezcla de alivio y tensión. Sabía que su declaración había sacudido la sala, pero estaba decidido a seguir adelante. El juez giró su atención nuevamente hacia él.
—Señor Lombardo, continúe —ordenó el juez, su voz se escuchaba con autoridad.
—Gracias, su señoría. Como mencioné, he estado presente en la vida de los niños desde su nacimiento. He sido su padre en todos los sentidos, y no puedo permitir que alguien que ha estado ausente de sus vidas, como Luis Fernando, venga a desestabilizar lo que hemos construido juntos.
Lui