Guillermo miró a la enfermera con asombro, sintiendo cómo su estómago se encogía al ver la expresión en su rostro. Luis Fernando y Mónica, que estaban a su lado, se miraron entre sí, frunciendo el ceño, sus rostros se veían realmente preocupados. De pronto el momento de sensibilidad por el que habían pasado minutos antes se había transformado en mucha tensión y angustia.
—¿Qué pasa? ¿Acaso sucedió algo malo con mis bebés? —preguntó Guillermo, con una voz en la que se podía sentir su angustia, estaba pálido y sus ojos reflejaban miedo.
La enfermera, al notar el nerviosismo de Guillermo le respondió con seriedad pero al mismo tiempo intentando ser amable ya que lo veía demasiado alterado y ansioso.
—Señor Lombardo, le pido que por favor me acompañe a cuidados neonatales, es que el doctor que está atendiendo a sus hijos, quiere hablar con usted.
—¿Pero al menos puede decirme de qué se trata todo esto? Solo dígame: ¿Es algo malo lo que tiene que decirme? —insistía Guillermo, ya qu