Gabriel

Estar con Cat nuevamente ha sido mejor que cualquier cosa que haya podido imaginar, escucharla decir que me ama… Joder, me siento como un crío de 15 años que le dan aleteos en el corazón al ver a la chica que le gusta.

Pero Cat no solo me gusta, la amo. Lo hago con una intensidad abrumadora y sé que en parte se debe al hecho de que nunca antes me había permitido sentir esto, ponerme vulnerable ante nadie y ahora que lo he hecho es como si se hubiese abierto una compresa.

Sin embargo todo vale la pena con tal de ver la sonrisa en su rostro y la forma en que las mejillas no han bajado del lindo tono rosa que las colorea.

Ambos hemos salido de la tina luego de habernos vuelto a ensuciar y ella no ha dejado de darme miradas que intentan ser disimuladas, pero no lo consiguen. Aún así finjo que no me doy cuenta solo para que no se sienta incomoda.

—Estoy lista—me dice al poco rato llegando hasta mi cambiada.

Sin poder evitarlo la rodeo con mis brazos y ella de inmediato lleva sus man