Início / Romance / El príncipe Redsy / Cap. 5 SUCCUBUS ROSE.
Cap. 5 SUCCUBUS ROSE.

Redsy se quedó esperando en el auto, hasta que Ariadna entró, sonriendo.

—Bien, vamos a la tienda.

Llevaba puesta una falda oscura, camisa blanca, chaqueta del mismo tono y unos zapatos de tacón moderado. Su apariencia era elegante y conservadora, muy distinta a la ropa que solía usar en el club.

Mientras lo guiaba por la ciudad, Redsy notó algo extraño en ella. Sonreía... pero no era una sonrisa de felicidad, como la que había visto antes.

—¿Dime, estás bien?

—Sí, estoy bien. ¿Por qué la pregunta? —respondió ella, manteniendo la sonrisa.

—Nada... olvídalo —dijo Redsy, decidiendo no insistir. Tal vez se había equivocado.

Al llegar a la tienda SUCCUBUS ROSE, ambos bajaron. Ariadna lo guió hasta la entrada.

—Buenos días, Ari —saludó una compañera.

—Buenos días, Betty.

—Buenos días, señor —dijo Betty, mirando a Redsy.

—Buenos días, señorita Betty —respondió Redsy, sin reconocerla.

Tal vez me equivoqué... y solo se trata de una tienda de imitación, pensó.

Ariadna lo llevó hasta una mesa. Una vez que Redsy se sentó, ella le entregó un catálogo repleto de diseños de lencería.

Redsy hojeó algunas páginas, observando los modelos.

—Por cierto, ¿de dónde importan toda esta lencería? —pregunto con curiosidad.

—No la importamos. La jefa Rose se encarga de diseñarla y fabricarla —respondió Ariadna, sonriendo.

Redsy se detuvo unos segundos, luego siguió mirando el catálogo.

—Estoy impresionado. Tu jefa Rose debe ser muy talentosa.

—Lo es. Tiene un gran don para crear lencería —dijo Ariadna sonriendo.

—¿Y qué opinas de ella?

—Puede que sea un poco rara... y algo pervertida —dijo Ariadna, riendo mientras recordaba algo—. Pero me dio esperanza cuando más lo necesitaba. Es una buena persona.

—Así que te trata bien —dijo Redsy.

—Sí. Es la mejor jefa del mundo. Es amable, nos paga bien y a veces nos regala lencería. De hecho, la que quemaste me la regaló ella. No sé por qué lo hiciste... —dijo ella fingiendo una sonrisa.

Redsy dejó el catálogo sobre la mesa, fingiendo una sonrisa.

—Sí... efectivamente, les va a gustar a mis chicas.

—Bien, ¿cuáles vas a llevar? —dijo Ariadna emocionada.

—Me llevaré todos los del catálogo —dijo Redsy, aún con la sonrisa fingida.

—¿Podrías repetir eso? —dijo Ariadna, pues creyó escuchar mal.

—Dije que quiero todo lo del catálogo —repitió Redsy, riendo un poco.

—¿Qué...? ¿Hablas en serio? —dijo ella sorprendida.

—Sí, hablo en serio.

Ariadna, emocionada, comenzó a hacer cálculos mentales sobre la comisión que recibiría. Pero decidió dejarlo para después.

—¿Quieres ver más catálogos? Estoy segura de que te van a gustar.

Redsy la observó. Esta vez, su sonrisa era genuina.

—No hace falta.

—Ya veo... será para la siguiente —dijo ella, manteniendo la sonrisa, aunque algo decepcionada.

Así que esa es su sonrisa falsa... casi no hay diferencia. Tiene talento para ser actriz, pensó Redsy.

—Lo que me refiero es que me llevaré toda la lencería de todos los catálogos —dijo Redsy sonriendo.

—¿Todos...? No bromees, por favor —dijo Ariadna muy sorprendida.

—No estoy bromeando. ¿Qué tal si me llevas con tu jefa Rose para hacer el pedido? Y asegúrate de que te den la comisión completa —dijo Redsy sonriendo.

—¡Sí, claro que sí! —dijo Ariadna, radiante.

En otro lugar de la tienda, Rose estaba concentrada dibujando y pintando nuevos diseños.

—Sí... este también es perfecto —dijo, orgullosa.

Alguien golpeó la puerta.

—Disculpe, señorita Rose. ¿Puedo pasar?

—Sí, adelante, Ari —respondió Rose, reconociendo la voz.

La puerta se abrió.

—Dime, ¿qué es lo que...?

Rose se quedó en shock al ver a Redsy.

—Lamento interrumpirla, pero el señor Redsy quiere comprar toda la lencería de todos los catálogos —dijo Ariadna.

—¿Señorita Rose...? ¿Se encuentra bien?

Rose se desmayó, cayendo al suelo.

Ariadna corrió a ayudarla. Redsy también se acercó. Necesitaba que ella estuviera bien... para poder confrontarla.

Rose despertó en uno de los sofás de su oficina.

—¿Qué pasó?

—Se desmayó... ¿está bien? —preguntó Ariadna, aliviada.

—Seguramente fue al escuchar que iba a comprar toda la lencería de todos los catálogos, ¿verdad? —dijo Redsy, sonriendo.

Rose se incorporó rápidamente.

—Sí... eso fue. Me quedé en shock —dijo Rose fingiendo una sonrisa.

—Ari, ve a decirles a las demás que cierren la tienda. Necesito que te ayuden a preparar todo para el señor...

—Redsy. Me llamo Redsy —interrumpió él.

—Sí, claro que sí —respondió Ariadna, feliz.

Cuando Ariadna se fue, Redsy dejó de sonreír.

—Qué bueno que ya está bien. Quiero hablar con usted de algo importante, señorita Rose.

Rose tragó saliva. Sabía que Redsy estaba molesto.

—¿Recuerda cuando era una simple súcubo en el distrito rojo?

Rose asintió en silencio.

—Usted no quería esa vida. Quería ser diseñadora. ¿Y quién fue el que le dio el taller, las máquinas, las telas, los maniquíes, la mano de obra y el dinero?

Rose bajó la mirada.

—Fue usted, señor Redsy.

—Recuerdo esos años. Fueron tiempos de paz... y algo de tranquilidad. No paraba de darme las gracias. Siempre decía que si necesitaba algo, se lo pidiera. Nos llevábamos bien... hasta ese maldito incidente con ese catálogo —dijo Redsy algo molesto.

Rose se arrodilló en el suelo, temblando.

—Lo siento mucho... yo no sabía que su hija...

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App