—Pero… ¿Cómo lo supo? —balbuceó.
—No lo sé. Mercedes me habló de un sobre misterioso que llegó para ella.
—Un sobre —repitió.
—Sí, y quién haya sido, sabe más de lo que imaginamos. Hay una foto en la que estoy llegando a tu casa.
—¡No puede ser! —murmuró llena de vergüenza.— ¿Qué hago? ¿Qué le digo cuando llegue?
—Preferiría que no hables con ella, no estaría bien en tu estado.
—No puedo esconderme, Marcos. Eso no sería leal de mi parte. —respondió sin pensar.
Al instante, Marta se retractó de sus propias palabras. Lo que acababa de decir era una absoluta estupidez.
—¿Leal? Que gilipolleces estoy diciendo, si fui capaz de traicionarla contigo.
—No es un buen momento para discutir sobre qué o quién de los dos es más culpable. —replicó él con voz grave— Yo le fallé y me hago responsable de todo.
Cuando Marta quiso responderle, Marcos cortó la llamada.
Marta caminó de un lado a otro de la habitación mientras se confrontaba a sí misma y murmuraba:
—No pienso dejarte solo en es