Laura bajó del coche, mientras Marta aguardaba sentada. Marcos levantó ligeramente su mano y ella correspondió a su saludo de la misma manera.
Aunque Marcos y Marta aparentaban estar tranquilos, en su interior sus corazones latían con tanta fuerza que parecían estallar de emoción. Mientras Laura, ajena a la tormenta que se agitaba entre ellos, se acercó a su esposo rodeándolo por la cintura y él pasó su brazo por encima de ella, acercándola a su costado.
—¿Qué haces aquí, mi amor? —preguntó él mostrando sorpresa.
—Vine a hacerte compañía. —dijo besándole la mejilla.— Marta me ha dicho que era mejor que no estuvieras solo y tiene razón.
—¡Marta! —murmuró él dirigiendo la mirada hacia el coche de su esposa.
En ese momento, llegó el servicio de remolque. El técnico bajó del camión dirigiéndose hacia la pareja. Mientras Marcos le explicaba lo que había sucedido minutos antes de empezar a fallar, Laura regresó al coche junto a su amiga.
—¿Cómo va todo? —preguntó Marta.
—El mecánico