Laura no se detuvo, tomó las manos de su esposo y las colocó sobre sus pechos, acariciando ella misma con estas, sus propios senos.
Marcos comenzó a acariciarlos de forma suave pero intensa, mientras ella se sostenía ahora de su cuello, moviéndose sobre su pelvis y provocando una rápida erección.
En un acto instintivo, él la sujetó de los muslos, apartó con su mano los platos y la tendió sobre la mesa. Laura lo miró traviesa, separó sus piernas dejando a la vista su intimidad.
Él se llenó de asombro viendo que su mujer, no llevaba ropa íntima. Aquella Laura, era realmente seductora. Se inclinó frente a ella y comenzó a lamer, chupar y dar mordiscos suaves a sus labios hinchados.
Ella se entregó al placer de sus caricias, aferrándose al mantel y gimiendo con excitación cada que él introducía sus dedos en su húmedo coño y con su lengua chupaba su clítoris.
Mientras la pareja disfrutaba de aquel instante placentero, Marta en su habitación miraba su móvil en espera de un men