Capítulo 32. Jamás se perdonaría

Desesperada, Belina luchó con todas sus fuerzas para escapar de las garras de Mackenzo, pero él era más fuerte que ella y no la soltaba. Tratando de poner distancia entre ambos, Belina tomó lo primero que vio a su alcance, un palo de golf y lo arrojó contra Mackenzo. Él cayó al suelo, aturdido por el golpe.

Fue entonces cuando Belina decidió salir corriendo y bajar por las escaleras corriendo hacia la puerta principal, desesperada por escapar de aquel lugar. Sin embargo, Mackenzo reaccionó rápidamente y la detuvo justo antes de salir por la puerta, la arrastró de nuevo hacia el interior, la mujer luchó desesperada con todas sus fuerzas para liberarse de los fuertes brazos de Mackenzo. Pero el hombre era demasiado poderoso y no le permitió escapar, la tenía agarrada como un depredador a su presa.

Mientras forcejeaban en medio de la sala, llegó Flaviana y al ver la escena corrió hacia ellos y vio a Belina a punto de ser arrastrada por Mackenzo. Rápidamente, la tomó del brazo y se enfren
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