Capítulo 39
El pasillo del hospital estaba impregnado de ese silencio tenso y estéril que solo los lugares cargados de incertidumbre podían sostener. El zumbido de las luces fluorescentes parecía opacar el latido acelerado del corazón de Thiago, quien caminaba con pasos pesados hasta la habitación donde había dejado a sus hijos descansando. Aún no lograba digerirlo del todo, pero si de algo estaba seguro era de que Eros y April eran suyos. Eran de Sofía y suyos. Ocho años, ocho años sin saber que había dado vida a dos seres tan perfectos junto a la mujer de su vida.
Su estómago se revolvía con una mezcla de culpa por todo lo que había hecho, de ternura y rabia contra sí mismo, contra las circunstancias, pero también contra todos los silencios que ahora gritaban más fuerte que nunca.
Sofía estaba sentada junto a la camilla luego de que permitieran las visitas a media mañana, acariciando el cabello de April, quien aún dormía por los efectos de los medicamentos. Eros estaba en una silla