Capítulo 57
El silencio en casa de Sofía tenía un aire extraño, era como si cada rincón guardara un secreto por revelar. Este era un espacio amplio, aún con aroma a pintura fresca y ni Eros ni April estaban allí. La ausencia de las risas infantiles convertía la atmósfera en algo más íntimo y más peligroso para ellos dos.
Thiago seguía a Sofía con pasos tranquilos, observando como ella lo guiaba hacia la cocina. Ella había dicho que podían cambiarse y comer algo, para luego ver que necesitaban para regresar al hospital.
— Ponte cómodo dónde quieras — le indicó, dejando las llaves sobre la mesa de madera clara — No tardaré, haré algo sencillo.
Thiago asintió, pero en lugar de alejarse o de buscar un asiento cercano, la acompañó con la mirada fija en cada movimiento suyo. Este no pronunció palabra, aunque no hacía falta. Sofía sentía la intensidad de sus ojos sobre su espalda, como si cada pequeño gesto suyo fuera examinado con una devoción peligrosa.
Sofía encendió la estufa, sacó unos