Capítulo 50
La primera luz del día se filtraba a través de las cortinas, pintando la sala de un tono dorado suave. Sofía abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso de un brazo masculino rodeándole la cintura. Ella solamente tardó un segundo en ubicarse, pero cuando giró la cabeza, lo vio a él. Thiago dormía profundamente con su rostro relajado y una mano apoyada sobre su costado como si inconscientemente la protegiera incluso en sueños.
Por un momento ella se permitió observarlo sin decir nada. En ese momento no lo observaba desde su herida, sino desde la distancia de alguien que estaba sanando. No había lágrimas, ni nudos en el pecho. Solo había una calma serena que anunciaba algo que dejaría que el tiempo se hiciera cargo.
Sofía se incorporó con cuidado para no despertarlo, retirando su cuerpo de su lado. Sus pies descalzos tocaron el suelo frío una vez estuvo de pie y caminó hacia la cocina mientras recogía su pelo en un moño alto.
En el silencio de la mañana, con calma preparó