Donovan.

Vuelvo al teléfono para buscar el número, identificándome cuándo contesta alguno de sus homrbes de seguridad. Me piden esperar unos minutos, en lo que sostengo la pierna de Sofía, la cual me mira con enojo aún, pero es algo a lo que ya estoy acostumbrado.

Pongo el altavoz para que deje de hacerse ideas.

—Un auténtico placer que llames, Dragón— me dice la mujer siendo quien contesta la llamada.

—Los Reeves me deben favores antiguos y saben que no me quedo sin cobrar uno solo— voy al grano.

—Tú dirás— escucho su risa fuera de lugar.

—Necesito un helicóptero en el helipuerto de siempre para esta noche— presiono mi mano en Sofía.

—Entonces el rumor de que estás huyendo es cierto— se ríe de nuevo. —Tu cabeza tiene precio según escuché.

—¿Te interesa el dinero?

—¿Por quién me tomas?— alega—. Me gusta el dinero, pero elijo de donde proviene siempre—, lo que me contó al visitarme la primera vez en la cárcel vuelve a mi cabeza. Ronald por poco acabó con su mente, como lo trató