Epílogo. Parte 2.
Sofía.
—¡Gull! —el grito de Donovan retumba más que cualquier día.
En cuestión de segundos el sujeto llega casi corriendo.
—¡Prepara el auto y avisa al médico que vamos para allá! —le grita a Lori también y esta no tarda en aparecer frente a nosotros, trato de controlar mi cuerpo, pero siento que me atraviesan el vientre. —¡Prepara las maletas!
Ambos desaparecen a zancadas.
—¡Ve por ellas! —ordena a alguien más, pero ya no distingo rostros. Solo siento el fuego que sube por mi columna.
Donovan no me pregunta si puedo caminar. No lo hace porque sabe que no puedo. Me toma como si su cuerpo fuera la única muralla entre la muerte y lo que llevo dentro. Me aferro a él sin resistencia, porque es cierto. Lo necesito más que nunca. Aprieto los labios mientras bajamos los escalones, con el sonido brutal de su corazón retumbando en mis oídos.
Jadeo. Y cuando la contracción me golpea, me trago el grito, pero siento que me quiebro por dentro.
—Tranquila —me susurra al oído—. Ya va a comenzar… y