Capítulo 46. Una oportunidad
Empiezo a vestirme en silencio, ni siquiera me pongo a pensar en nada; la he cagado tantas veces que ya es por demás torturarme con pensamientos; lo tomaré como algo que mi cuerpo necesitaba; porque sí, esto parece una maldita droga, una a la cual no soy capaz de negarme, que basta con su sola presencia para que se me nuble la razón y vuelva a entregarme a él.
—¿No dirás nada?
—No tengo nada que decir, doctor.
—Acabamos de hacer el amor y dices que no hay nada que decir.
—¿El amor? ¿Usted cree que esto es amor?
—¿Lo dudas?
—Lo ve, usted no es capaz de decirlo, contesta con otra pregunta y claro que lo dudo, esto es pasión, lujuria, deseo o como lo quiera llamar, pero dudo mucho que sea amor.
—Habla por ti, porque para mí esto no puede significar más que amor, esta necesidad que tenemos ambos de estar juntos y de que nadie más nos lo quite, no puede ser más que amor, pero tu cobardía no te deja admitirlo.
—Porque vamos, dime entonces, ¿qué es el amor para ti? ¿Eso qué tienes con tu no