Me limpié las lágrimas, tomé aire y me fui a entregarle la caja a Sandra; pensándolo, esto era lo mejor: cada quien, con su pareja; su lugar de él era con Sandra y el mío con Hugo; lo mejor era olvidar todo y seguir.

Digo, al final de cuentas, ella es mi hermana y ni siquiera había considerado esa parte como tal; había que reconocer que mis celos habían puesto una barrera con ella y ella no lo merecía. Llego a la oficina de mi hermana, su secretaria me anuncia y me hacen pasar enseguida.

—Hola, Sandra, buenos días. —Entro y saludo.

—Hola, Vero, ¿cómo estás? Te me escapaste de la fiesta, eh, pero está bien, te perdono, porque sé que tú y tu amorcito tenían mucho sin verse y me imagino que morían de ansias por estar solitos —me dice con una sonrisita.

—Perdón, por irme así, pero había tanta gente y cuando me dispuse a irme no los vi por ningún lado. —¿El doctor Sergio se molestó? —pregunto realmente intrigada por eso; no quisiera que lo tomara a mal.

—No, no se molestó, se puso un poco