Capítulo 32. La llamada de Hugo
Esta situación me va a volver loca, no lo entiendo, ¿qué será lo que realmente quiere? Tal vez debí dejarlo hablar y saber qué es lo que realmente busca, pero, por Dios, aun si quisiera una relación, yo no sería capaz de dejar a Hugo, no por una persona que apenas conozco, y eso es lo que más me desquicia; es una persona que apenas conozco y me hace sentir cosas que, siendo sincera con Hugo, nunca he sentido.
Las noches empiezan a ser un martirio para mí; mi conciencia y todo eso que siento por mi jefe me tienen tan confundida. Me siento una mujer sucia y a la vez no puedo dejar de recordar sus caricias y ese beso; por Dios, ese beso me cimbró el alma.
El sábado lo paso en casa con mamá y trato de despejarme dando una vuelta por una plaza y disfrutando de mis sobrinos, que son la luz de mi vida, pero al llegar la noche vuelve mi tormenta; el domingo no tengo ganas de salir de la cama y solo quiero quedarme a invernar en mi cama viendo películas.
Para deprimirme aún más, me echo un mar