El respetado líder de la mafia, nunca espero que la vida le cobrara sus crímenes, en su hermosa y santa hija, pero así fue. — Que a nuestra hija, alguien la está usando como incubadora, ¡carga un bebé que no es suyo! Las lágrimas de Santoro comenzaron a caer al momento que vio el rostro de su santa hija aparecer, aquella que por 4 años no había visto por ser cautiva por voluntad propia, por querer dedicar su vida a Dios, su rostro que siempre brillo, estaba cubierto de dolor y tristeza, mientras la furia crecía en los corazones de sus hermanos y por supuesto, su padre. Eran las 16 horas en Sicilia Italia, el sol brillaba en lo alto del cielo, cuando todo quedo cubierto por las sombras, y los Santoro juraron que nadie volvería a ver la luz hasta que la SANTA HIJA DE LA SOMBRA, volviera a sonreír.
Leer más20 años habían pasado del día que Victoria Zabet había contraído matrimonio con Alessandro Santoro mejor conocido como LA SOMBRA ITALIANA, convirtiéndose así en la señora Santoro, una mujer de conducta intachable, alguien que todo el mundo respetaba al igual que su esposo, atrás habían quedado los chismes, comentarios o rumores de que aquella mujer era la Reina de la sombras o que manejaba la mafia Siciliana, para todo el mundo esta pareja no tenía punto de comparación con el resto de la familia Zabet, con el Clan Neizan o los tíos de la mujer que eran conocidos asesinos, sin embargo nada había cambiado, Alessandro Santoro jamás había dejado de ser LA SOMBRA ITALIANA y a su lado su esposa era quien Reinaba, ahora todo aquello recaería en la mayor de sus hijas Estefanía, que con 27 años se preparaba día a día para tomar el lugar de su padre, manejaría la mafia al igual que su progenitor, desde las sombras, nadie debía conocer quién era en realidad y hasta la fecha lo habían conseguido.
Para todos Estefanía Santoro era una mujer culta, servicial, honrada, igual que su hermano menor Giovanni de 18 años, el cual acababa de terminar sus estudios y ahora se tomaría uno o dos años para estar seguro de que era lo que quería estudiar, no debían preocuparse por ellos y, a decir verdad, nadie se preocupaba o acosaban, eran “normales”. La única de la familia que causaba preocupación en su familia y era el foco de todo reportero era Alejandra Santoro, la mujer de 20 años poseía una belleza única, pero no era eso lo que llamaba la atención, lo que nadie entendía y que en su familia causaba discusiones era su vocación.
Alejandra Santoro tenía solo 6 años cuando dijo que quería servir a Dios, nadie le tomo peso a sus palabras, aun así, su madre la llevo cada domingo a misa. Con 12 años dijo que ella jamás se casaría, solo le serviría a Dios y Santoro comenzó a preocuparse, no tenía nada en contra de la religión en sí, pero no estaba dispuesto a aceptar que su hija llevara una vida privada de lujos y comodidades, por un absurdo, como él lo llamaba, pero si la joven tenía algo en claro era lo que deseaba, en la mente de la joven Alejandra Dios era todo poderoso, él era el creador del mundo, el universo, todo era posible mediante él y ella solo le pedía una cosa, Alejandra haría todo con tal de que Dios le cumpliera lo que pedía, lo único que siempre deseo fue que su madre pudiera ver, quería que disfrutara de los colores vivos del viñedo, que viera el rostro de cada uno de sus hijos y que dejara de imaginar cómo serían las cosas, si Dios le cumplía eso, ella gustosa entregaría su vida entera a servirle, pero había un problema, la vida y lo que sus padres hacían, para Alejandra la ceguera de su madre tenía un motivo, castigo.
— Por favor padre todo poderoso, perdona sus ofensas, déjame guiarlos.
Horas y horas Alessandro la veía rezar, de rodillas y sin decir queja alguna, culpándolo a él o a la familia de su madre por su ceguera, cientos de horas donde su madre le explicaba que ella jamás podría ver con sus ojos, pero que aun así no los necesitaba, la joven no creía que Vicky era feliz y que ella si los veía, mejor que nadie, no necesitaba sus ojos. Pero Alejandra siguió con su vocación, ingresando a un convento a los 16 años, no solo los periodistas enloquecieron con aquello, Alessandro también, fue tanto el enojo que sintió que dejo de hablar con Alejandra, no soportaba la idea de que a partir de ese momento dependiera de Madres superioras y curas si él podía o no, ver a su hija, no podía creer que su hija estuviera limpiando pisos, ventanas y recibiendo ordenes de personas que para Santoro no eran nada, ya que Dios no está en un templo o iglesia, pero no importo nada de lo que hiciera, su hija no cambio de opinión y él dejo de verla o así sea hablarle, así pasaron los años, hasta que la joven cumplió 20 años, estaba a punto de dejar de ser novicia y tomar sus votos perpetuos mientras Alessandro estaba rayando la locura.
— ¿No iras al convento? — pregunto Fabrizzio ingresando en el despacho del mafioso.
— Jamás me verán derrotado, ni siquiera Dios. — dijo de forma fría el italiano.
— Alessandro ¿acaso no le temes ni a Dios?
— ¿Cómo no temerle? Si gracias a él he perdido a la niña de mis ojos, amo a mis hijos y eso hasta Dios lo sabe, pero ¿Por qué tenía que arrebatarme precisamente a mi niña? ¿No le basto conque tuviera un alma tan limpia que incluso yo ordene que jamás se involucrara en nada de toda esta m****a? ¿Por qué también la aparto de mi lado?
Importancia, era lo que este hombre sentía, no ver con la libertad que él quisiera a su hija, era como si estuviera detenida en alguna prisión, era una cautiva por voluntad.
— ¡QUIERO A TODOS LOS HOMBRES EN ESE PUTO CONVENTO AHORA! — los gritos furiosos de Estefanía se oyeron por toda la finca.
— Hija ¿qué sucede? — pregunto preocupado Santoro, saliendo de la oficina seguido por Fabrizzio, Estefanía no perdía el control de esa forma.
— MATARE A TODOS YO MISMO, Y NADIE ME DETENDRA. — nadie había visto tan enojado a Giovanni como lo estaba en ese momento, sus ojos cafés con motas verdes brillaban clamando la muerte de alguien.
— ¡¿Qué M****A PASA?! — a Alessandro la paciencia se le había terminado.
— Puedes estar feliz padre, Alejandra no tomara sus votos. — dijo Estefanía mientras cargaba su arma.
— ¿Por qué? — respondió sorprendido y cayendo en cuenta que sus hijos debían estar acompañando a Victoria y Alejandra en aquel lugar, donde ahora se dirigían con todos los hombres de la organización y por supuesto todos armados.
— Porque Alejandra está embarazada y yo no creo en las vírgenes. — termino de decir con enfado la morena que era tan letal como su padre.
— ¿Abusaron de mi niña?
Santoro jamás sintió tanto odio en su vida, su cuerpo sintió como su sangre comenzó a hervir, su niña, aquella que se había sometido a un cautiverio autoimpuesto, a la que hacía 4 años no veía ni le hablaba, porque en su corazón de padre su niña lo estaba abandonando, alguien se había atrevido a tocarla.
— A no ser que el espíritu santo la visitara, así es, pero te juro que lo pagaran. — dijo apretando los dientes el menor de la familia, aquel que era tranquilo como un lago, pero que cuando se enojaba se levantaba como un tsunami arrasando todo a su paso. Giovanni tenía la sangre y los medios para cumplir lo que prometía.
— Quien sea que se atrevió a tocar a mi santa hija, lo pagara.
Alessandro salió de su finca acompañado de sus hijos, la mayor y el menor entraron en aquel convento uno a cada lado de su padre, como si fuera una versión apocalíptica de la biblia, uno a su derecha y el otro a su izquierda, estaban sedientos de sangre, de venganza.
— Alto. — la voz de su madre los detuvo, sus pasos eran inconfundibles para ella, frente a los Santoro estaban los tres encargados del convento, un cura y dos monjas, rezando en silencio.
— ¿Quién fue? — se limitó a preguntar Alessandro.
— Ninguno, ella aun es virgen. — dijo Victoria respirando pesadamente.
— NO me jodas madre. — Giovanni no era el único aséptico que allí se encontraba.
— Lo acaba de confirmar el médico. — se limitó a responder Victoria mientras el doctor de confianza de la familia asentía con la cabeza, jamás les mentiría, ni por Dios lo haría.
— ¿Entonces? — Estefanía temblaba al lado de su padre, la mayor siempre cuido de sus hermanos, los amaba.
— No sabemos que paso, pero por lo que pude averiguar de las personas RESPONSABLES de cuidar a mi hija. — comenzó a decir la matriarca, dejando en claro a quienes hacia responsables.
— Hace dos meses alguien irrumpió en el convento, encontraron desmayadas a varias novicias, entre ellas Alejandra, las reviso un médico y no encontró nada fuera de lo normal, al llegar la policía solo constataron que faltaba un poco de dinero, por lo que asumieron que fue un simple robó y que habían drogado a las jóvenes con una bomba de humo que encontraron en el lugar.
— Eso no explica una m****a. — dijo Alessandro mientras pensaba a cuál de los tres torturaría primero.
— Señor Santoro, creo que a la señorita Alejandra le realizaron una inseminación intrauterina, ya que de todas fue la única que dijo tener un dolor abdominal al despertar y luego pequeños cólicos.
— ¿Qué m****a quiere decir eso? — pregunto el patriarca.
— Que, a nuestra hija, alguien la está usando como incubadora, carga un bebé que no es suyo.
Las lágrimas de Santoro comenzaron a caer al momento que vio el rostro de su santa hija aparecer, aquella que por 4 años no había visto por ser cautiva por voluntad propia, su rostro que siempre brillo estaba cubierto de dolor y tristeza, mientras la furia crecía en los corazones de sus hermanos.
Eran las 16 horas en Sicilia Italia, el sol brillaba en lo alto del cielo, cuando todo quedo cubierto por las sombras, y los Santoro juraron que nadie volvería a ver la luz hasta que la SANTA HIJA DE LA SOMBRA, volviera a sonreír.
La finca LA SANTA se cubrió de globos celestes, azules y blancos, los pequeños herederos festejarían sus dos años, Amir Rossi Santoro y Saimon Berlusconi Santoro, los niños que jamás sabrían la odisea que paso LA SANTA HIJA DE LA SOMBRA para que ellos vivieran, nadie tenía permitido decirle a Saimon que fue su tía quien lo cargo en el vientre y mucho menos como se produjo ese embarazo, Amir jamás sabría que por sus venas no llevaba la sangre Santoro ni Rossi, ante la ley y el mundo entero ellos eran hijos biológicos de Dante y Estefanía, como de Alejandra y Simón.Alessandro aun esperaba el pedido de la mano de Alejandra, ya que Estefanía al fin se había casado con Dante solo un año atrás, pero la BESTIA era un hueso duro de roer, se prometió a el mismo que solo le pediría matrimonio a su santa luego de a ver matado a los 68 hombres que osaron a tocarla, aun sabiendo quien era ella, al fin luego de un año y medio, lo había conseguido, se había ocupado de torturara hasta la muerte a es
Los días pasaban, Alejandra le había solicitado a Dante que le permitiera quedarse en la que una vez fue su habitación y el hombre no tuvo problema alguno, le debía demasiado a la joven, su felicidad entera, la santa no quería ir a la finca de sus padre, aquel lugar que había visitado con Enrique le traía los peores recuerdos, era por ello que Dante hablo con Estefanía, creyeron que lo más correcto era dejarle la Finca LA SANTA a Alejandra, un pequeño presente a cambio de todo lo que la joven Santoro había hecho por ellos. Mientras los días pasaban Simón observaba, asechaba, era un depredador detrás de su presa, cada gesto de Alejandra era observado y procesado por la bestia, cada uno de los suspiros que la joven daba Simón los guardaba en su memoria y se disponía a clasificarlos, hasta ahora eran de melancolía, dolor y pena, comenzó a alterarse cada vez más, a medida que Alejandra se alejaba de él, lo evitaba y lo sabía. — Debes darle tiempo. — dijo Dante una vez más. —Es fácil pa
Lo primero que hicieron esa noche antes de moverse de la isla fue enviar un mensaje a Lion Zabrek, dándole los nombres de los infiltrados, en su clan eran solo nueve, pero eran cercanos, se encargaría de enviar un mensaje fuerte y claro matándolos y marcándolos como traidores y espías, para que la próxima vez pensaran bien las cosas, pero Alejandra pidió hablar con él, fue así como en pocos minutos el hermano menor de los gemelos Constantini estaba frente a ellos.— Ale. — dijo el joven con melancolía al ver a la que una vez fue conocida como la dulce santa y que ahora su aura no demostraba más que oscuridad.— Estoy bien Lion, has hecho lo que estuvo a tu alcance, solo quiero pedirte que envíes a uno de los traidores a la finca de Dante y que me permitas llevarme a Enrique. — la calma con la que la mujer hablaba era única, todos suponían que estaba en Shock, lo que desconocían era que actuaba así solo porque tenía a Amir en sus brazos.— Lo que pidas Ale, eres muy especial para mí. —
Estefanía tuvo solo dos horas para prepararse psicológicamente, la reina de las sombras tendría que interpretar el mayor engaño de la historia, aún más arriesgado tenía que engañar a su propia familia, por ningún motivo podían saber lo que realmente sucedía, pero además debía engañar incluso a sus empleados, ya que a esta altura nadie sabía quién era amigo o enemigo. El sol hacia unas horas que se dejaba ver cuando la morena ingreso en la casona, algunos empleados ya se encontraban en el lugar acompañando a los Santoro que se disponían a desayunar. — Giovanni quedaras a cargo de todo. — dijo mientras pasaba de largo a su recamara sin siquiera dar los buenos días y bajo la atenta mirada de sus padres. — ¿Qué sucede? — pregunto el menor de todos, sin entender el humor que cargaba su hermana. — Está furiosa. — se limitó a decir Victoria que podía sentir como las entrañas de su hija se retorcían de furia. — ¿Qué hizo ese idiota ahora? — Alessandro sabía que su hija había salido la no
Tiempo que corre despacio y pasa deprisa, tiempo que no se para ni se ata, no se detiene ni gira, tiempo que no se duerme, ni se repite, tiempo… el mayor enemigo de Simón y Alejandra, ese mismo que pasaba sumiendo a ambos en una agonía tortuosa, la misma que debe sentir un condenado a muerte, la luz del día que debía significar un nuevo comienzo o una nueva oportunidad, ahora se convertía en una herida de la cual ninguno de los dos tenía verdadera noción de cuan grave seria, si formaría un cicatriz más a curar y cuidar o si sería el golpe final que acabara con la poca luz que LA SANTA tenía y de la que LA BESTIA dependía.Dos meses fueron suficientes para que Dante no solo retomara el negocio, sino también para sostenerse en el con mayor fuerza que antes, EL FENIX abría sus alas quemando todo a su paso, menos la sombra de la mujer que amaba, LA REINA DE LAS SOMBRAS así la habían bautizado a Estefanía Santoro, pero ambos ampones tenían un gran problema, mientras que la reina de las som
Las horas transcurrían, María estaba asustada y conflictuada con su futuro, en el fondo esta mujer no era mala, solo estaba perdida en el profundo océano de la culpa y el dolor, el saber que por su desobediencia y rebeldía su padre había muerto, su madre la había negado echándola a la calle a su suerte, ella solo busco castigarse, sin tener noción realmente del daño que le causaba al único ser humano que jamás dejaría de quererla, su hijo, ahora había llegado el momento de tomar su lugar como madre y cuidar de aquel que ya no era un niño y mucho menos inocente, pero que sin embargo, necesitaba más que nunca el amor de su madre, María Rossi entraría al mundo de la mafia siguiendo a su hijo y porque no a Dante, el hombre la había tratado con respeto desde el primer momento, quizás teniendo unas perspectiva más amplia de lo que sucedió en aquel entonces, eran dos hombres, pero para los ojos de una madre, jamás dejarían de ser unos simples jóvenes.Dante llamaba a cuanto número recordaba,
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