Damon
La noche se ha cerrado sobre nosotros como la boca de un lobo. El aire está saturado con el olor de la sangre y la magia negra, una combinación sofocante que hace rugir a la bestia dentro de mí. Mis músculos están tensos mientras escruto el bosque, la respiración entrecortada.
— No podemos quedarnos aquí, murmuro.
Alina está justo a mi lado, el rostro pálido pero la mirada alerta. Su respiración es rápida, su corazón latiendo furiosamente bajo su piel. Extiendo la mano y tomo suavemente la suya.
— ¿Estás herida?
Ella sacude la cabeza, pero su voz tiembla ligeramente:
— No... pero Ezra...
Miro por encima de mi hombro. Ezra está de rodillas, con la espalda encorvada. La oscuridad que emanaba de él se ha calmado, pero aún puedo sentir el poder en el aire, crepitando como una tormenta a punto de estallar.
Me acerco a él, manteniendo una mano en la daga de mi cinturón.
— Ezra.
Él levanta lentamente la cabeza hacia mí. Su mirada está turbada, reflejos de sombra dan