Alina
El frío mordaz de la Falla Negra se infiltra en mis huesos mientras avanzamos a través de las sombras. Damon está delante de mí, su silueta ancha y tensa, sus hombros listos para soportar cualquier embate. Ezra está justo detrás de mí, silencioso, pero puedo sentir su tensión en cada paso medido. Kael nos guía, sus ojos dorados brillando débilmente en la oscuridad.
— No hay vuelta atrás una vez que crucemos la barrera, murmura Kael.
Ajusto mis brazos alrededor de mi torso.
— Lo sabemos.
Kael se vuelve hacia mí, una sonrisa apenas perceptible en la comisura de sus labios.
— Eres más fuerte de lo que pensaba, Alina.
Damon emite un gruñido sordo.
— Deja de hablarle como si la conocieras.
Kael ríe suavemente.
— No se trata de conocimiento. Se trata de destino.
Frunzo el ceño.
— ¿Qué quieres decir?
Kael se detiene y coloca una mano contra un árbol nudoso. La superficie está helada, cubierta de venas negras que palpitan débilmente bajo sus dedos.
— La Falla