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Capítulo 27 – La sombra de la sangre  

Damon  

Siento aún el calor de Alina contra mi piel, su aliento tembloroso, el miedo en sus ojos. Ella está ahí, justo a mi lado, su mano sobre mi pecho desnudo, pero siento el vacío helado dejado por el pacto que sellé con Cillian. Este vacío es como una herida abierta, un abismo oscuro que se extiende en mis entrañas.  

La noche es pesada, saturada de un silencio opresivo. La luna, llena y brillante, ilumina la habitación a través de las cortinas entreabiertas. Las sombras bailan en el techo, extrañas e inquietantes. Alina duerme, su respiración calma y regular, pero yo… estoy despierto. Es imposible cerrar los ojos cuando siento esa cosa dentro de mí, ese veneno negro que pulsa en mis venas.  

Me levanto suavemente, cuidando de no despertar a Alina. Me dirijo hacia la ventana, mi mirada se posa en el oscuro bosque que rodea la mansión. Una brisa fresca se filtra por la rendija de la ventana, pero no apacigua el fuego que arde dentro de mí.  

Cillian me ha quitado algo esa noche. Lo siento en cada latido de mi corazón, en cada suspiro. Ha dejado una huella en mí, una cicatriz invisible que me consume desde adentro. No puedo quedarme aquí, esperando a que vuelva para destruirnos. Debo actuar.  

Un susurro detrás de mí me hace girar. Alina se ha incorporado, su delgada silueta iluminada por la luz de la luna. Su cabello oscuro cae en ondas sobre sus hombros desnudos. Su mirada es inquieta, preocupada.  

— Damon… ¿Vas a alguna parte?  

Desvío la mirada.  

— No puedo quedarme aquí sin hacer nada.  

Ella se levanta, se acerca a mí y posa una mano en mi mejilla.  

— No eres el único que debe arreglar esto.  

Aprieto la mandíbula.  

— Si no soy yo, ¿quién lo hará?  

Ella acaricia mi mejilla con la punta de los dedos, su mirada brillante con un destello suave pero doloroso.  

— Lo haremos juntos.  

Tomo su mano y la presiono contra mis labios.  

— No puedo arriesgarme a perderte.  

Ella sacude suavemente la cabeza.  

— ¿Y yo? ¿Crees que podría sobrevivir si te pierdo?  

Un pesado silencio se instala entre nosotros. Siento su corazón latiendo rápidamente bajo mis dedos. La atraigo hacia mí, su aliento cálido contra mi cuello.  

— No te dejaré sacrificarte, Alina.  

— No tienes derecho a decidir por mí.  

Se aparta ligeramente, su mirada ardiente.  

— ¿Crees que me quedaré aquí viéndote destruirte? Cillian no solo quiere tu alma, Damon. Quiere romperte. Y sabe que la mejor manera de hacerlo es hacerme sufrir.  

— Lo mataré antes de que tenga la oportunidad de tocarte.  

Ella sacude la cabeza, una triste sonrisa en los labios.  

— ¿De verdad crees que es tan simple? Has visto lo que es capaz de hacer. Ha manipulado cada parte de este juego desde el principio. Si crees que puedes vencerlo arremetiendo sin pensar, eres más ingenuo de lo que pensaba.  

— Entonces, ¿qué? ¿Quieres que esperemos a que nos aniquile?  

Ella se acerca todavía más, su mirada oscura anclada en la mía.  

— No. Pero debemos ser más astutos que él.  

Frunzo el ceño.  

— ¿Tienes alguna idea?  

Su sonrisa se ensancha, un destello feroz en sus ojos.  

— Creo que sí.  

Unas horas más tarde, nos encontramos en el bosque, al borde de un círculo de piedras antiguas. El lugar está bañado en una luz espectral, la luna proyectando sombras en movimiento sobre el suelo cubierto de musgo. Alina se arrodilla en el centro del círculo, trazando símbolos en la tierra con la punta de sus dedos.  

— ¿Estás segura de lo que haces? —pregunto mientras observo los complejos patrones que dibuja.  

Ella me lanza una mirada oscura.  

— Cillian es un ser de la sombra. Si queremos vencerlo, debemos tenderle una trampa. Para eso, necesitamos una puerta entre este mundo y el suyo. Y este círculo es la clave.  

Me agacho a su lado, mis dedos rozando el suelo húmedo.  

— ¿Y si sale mal?  

Ella levanta la mirada hacia mí, su mirada oscura brillando con una mezcla de determinación y temor.  

— Entonces moriremos juntos.  

Aprieto los puños.  

— No. No te dejaré morir.  

— ¿Crees que tienes elección? —Sonríe, burlona—. Damon, estamos unidos. Este pacto que firmaste… no solo es tu alma la que Cillian controla. También es la mía. Si caes, caeré contigo.  

Un escalofrío helado recorre mi espalda.  

— No es justo.  

Ella roza mi mejilla, su mirada brillante en la penumbra.  

— El amor nunca ha sido justo.  

De repente, un torrente de energía atraviesa el aire. La tierra tiembla bajo nuestros pies. Los símbolos trazados en el suelo se iluminan con un resplandor rojo sangre. Alina se endereza, su respiración acelerándose.  

— Se acerca.  

Me pongo de pie, mis garras alargándose instintivamente.  

— Alina, quédate detrás de mí.  

— De ninguna manera.  

El círculo de luz roja pulsa violentamente. Una niebla negra se eleva del suelo. Una figura emerge lentamente de la bruma. Ojos rojos brillan en la oscuridad.  

— Bueno… La voz de Cillian resuena en la noche. Qué bienvenida tan cálida.  

Me coloco frente a Alina, los músculos tensos.  

— Cillian.  

Él avanza, su sonrisa cruel deformando su rostro perfecto.  

— Te he echado de menos, Damon.  

— Prepárate para sufrir.  

Él ríe suavemente, su mirada ardiendo de desdén.  

— Solo estaba esperando eso.  

Cargo hacia él, mis garras listas para cortar. Cillian esquiva con una desconcertante facilidad. Agarra mi muñeca, y una ola de dolor fulgurante atraviesa mi brazo.  

— Oh no, Damon… —susurra mientras acerca su rostro al mío—. No eres tú quien lleva la delantera.  

Un dolor helado explota en mi pecho. Oigo a Alina gritar mi nombre.  

— ¡Damon!  

Caigo de rodillas, sin aliento. Cillian se inclina hacia mí, una sonrisa victoriosa en los labios.  

— Esto es solo el comienzo.  

Lo último que veo es el rostro aterrorizado de Alina antes de que las tinieblas me devoren.

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