Alina
El sol apenas se levanta en el horizonte, una luz pálida filtrándose a través de las cortinas de la habitación. He estado despierta un rato, con la mirada fija en el techo, el pecho comprimido por una angustia sorda. Damon todavía duerme, su poderoso brazo enrollado alrededor de mi cintura, su respiración lenta acariciando la curva de mi cuello.
Mi corazón late demasiado rápido, mis pensamientos giran sin descanso. La voz que escuché anoche resuena aún en mi mente. Ella llega. Esta amenaza se cierne sobre nosotros como una sombra lista para devorarnos.
Me deslizo suavemente fuera de la cama, esforzándome por no despertar a Damon. Pero él gruñe levemente al sentir mi ausencia. Su mano se cierra sobre mi muñeca en el momento en que mis pies tocan el suelo.
— ¿A dónde vas? murmura, su voz ronca y aún impregnada de sueño.
— Necesito reflexionar.
Sus dedos se crispan ligeramente antes de que me suelte.
— Alina...
Me inclino y le doy un beso en la mejilla.
— Vuelve a dormir. Regresaré