Alina
Estoy acostada en la cama, la respiración aún entrecortada, el corazón latiendo a un ritmo frenético. Mis manos tiemblan mientras miro el techo, el peso de lo que acaba de suceder me aplasta. Damon está sentado a mi lado, la espalda encorvada, el rostro escondido entre sus manos.
— La sentí… murmuro con una voz quebrada.
Damon levanta lentamente la cabeza, su mirada oscura y ardiente se encuentra con la mía.
— Casi te alcanza, replica con voz ronca.
Me incorporo, apretando la sábana contra mi pecho.
— Pero no lo logró.
Un destello pasa por sus ojos.
— Porque la rechazaste.
Se inclina hacia mí, su mano deslizándose a lo largo de mi mejilla.
— Este poder… ¿estaba en ti desde el principio?
Sacudo la cabeza, confundida.
— No lo sé. Ni siquiera sabía que era capaz de… eso.
Damon se levanta, recorriendo la habitación con pasos rápidos, su torso desnudo brillando bajo la luz de la luna.
— Estás ligada a ella por la sangre, Alina. Este poder… es el de la Rein