Damon
La noche ha caído, envolviendo el dominio en una oscuridad inquietante. Observo a Alina desde la sombra del balcón, con la mirada fija en su silueta esbelta que se recorta bajo la pálida luz de la luna. Ella está de pie en el jardín, descalza sobre la hierba húmeda, con las manos extendidas hacia el cielo estrellado. Una luz dorada danza a su alrededor, crepitando a lo largo de sus dedos como una llama viva.
Mi corazón late demasiado fuerte. Este poder es poderoso, peligroso. Ella apenas lo controla, y sin embargo... lo acepta. Lo abraza.
Es hermosa, bañada en esta luz dorada. Salvaje e indomable.
Me deslizo hacia el jardín, el gravilla crujiente bajo mis pies. Alina no se da vuelta, pero sé que siente mi presencia.
— ¿Me estás vigilando? pregunta, con una sonrisa en la voz.
— Siempre.
Ella abre lentamente los ojos. Sus pupilas brillan con un resplandor dorado, el reflejo del poder que duerme en ella.
— Creo que empiezo a entender, murmura.
Me acerco, hasta que la electricidad e