Alina
Fijo la tenue temblorosa de las llamas en la chimenea. El crepitar del fuego llena el silencio de la habitación, pero el frío persiste en mis huesos. La revelación de Ezra sigue resonando en mi cabeza, un eco imposible de silenciar.
— Mi sangre...
Mis dedos se crispan alrededor del borde del sillón. Siento aún la tensión en el aire, el peso de la mirada de Ezra fija en mí. Él está a unos pasos, su cuerpo tenso como una cuerda lista para romperse. Damon está apoyado contra la pared, con los brazos cruzados, su expresión impenetrable.
— Está seguro de lo que dice, dice Damon con voz ronca.
Ezra asiente lentamente, su mirada oscura deteniéndose en mí.
— Tiene la daga. Una daga impregnada de magia negra. Solo funciona con la sangre de una heredera directa de la línea original.
Sacudo la cabeza, el corazón latiendo violentamente en mi pecho.
— Pero eso es imposible. No soy...
— Sí, interrumpe Ezra con una intensidad glacial. Eres la última.
Mi aliento se detiene.