Damon
El círculo de piedra es frío bajo mis pies descalzos. El aire nocturno es denso, cargado con la tensión eléctrica del combate que se avecina. El silencio reina, solo interrumpido por el murmullo del viento y el latido sordo de mi corazón en mi pecho. Mi padre se encuentra frente a mí, con el torso desnudo, su cuerpo esculpido por años de combate y dominación. Sus ojos dorados brillan en la oscuridad, atravesando mi alma como dos cuchillas afiladas.
Alrededor de nosotros, la manada está reunida, formando un círculo perfecto. Rostros familiares y hostiles nos observan en silencio. Alina está allí, justo detrás de la multitud, su mirada ardiente de preocupación. Sus dedos están crispados en el borde de su abrigo.
Siento su angustia, su corazón latiendo desbocado. Pero no puedo mirarla ahora. Debo concentrarme.
— ¿Listo? —murmura mi padre, una sonrisa cruel estirando sus labios.
Aprieto los puños, mis músculos tensos al máximo.
— Siempre.
Mi padre hace crujir sus nudillos.
— Entonce