Alina
El silencio de la noche es casi abrumador. El viento se cuela entre las ramas de los árboles, haciendo temblar las hojas en un murmullo inquietante. Damon camina delante de mí, sin camiseta, con su pantalón de cuero negro ajustado a sus caderas. Sus músculos se mueven bajo su piel bronceada con cada uno de sus movimientos.
Lo sigo en silencio, mis pies descalzos deslizándose sobre el frío suelo del bosque. Mi corazón aún late violentamente en mi pecho tras la confrontación con Kael. Mi cuerpo tiembla, pero no es solo el miedo lo que provoca este escalofrío. Es la sangre.
Ese nuevo poder que palpita en mis venas. Ese calor que quema bajo mi piel.
Damon se detiene de repente, oliendo el aire.
— Ya no están, dice con voz ronca.
Me detengo detrás de él, sin aliento, con el cabello revuelto cayendo sobre mis hombros.
— Volverá, susurro.
Damon se da la vuelta, su mirada oscura perforando la mía.
— Lo sé. Pero esta vez, no tendrá tiempo para alcanzarte.
Se acerca a